Last Christmas

Acabaron las Navidades. E iba a decir que por fin. Creo que esas fiestas son para niños, ancianos o jóvenes pero no para adultos y menos aún para madres de familia. Porque son pocos días festivos realmente que no haya que ir al trabajo y las tareas extra de cocinar, atender visitas, compras en supermercados abarrotados de gente, buscar regalos para los familiares y amigos, empaquetarlos, vestir a los niños para que vayan monos, arreglarse una después de salir de la cocina oliendo como una churrera y agotada con las lumbares destrozadas.

Aparte que teniendo niños que hay que gestionar el tema de los Reyes, que si quieren ir a ver la Cabalgata, entregar la carta, hay que buscar sus juguetes que están agotados... Vamos, un auténtico estrés.

Sin embargo, sólo por ver la cara de ilusión de los niños y los abuelos merece la pena.

En mi caso, estas Navidades han sido las primeras de Bridget Junior.y las primeras en muchos años que me hablo con mi padre, que ahora está en una residencia y lo trajimos a mi casa por Navidad.

La pobre Bridget Jr. que tiene tres meses y pico ni se ha enterado qué es eso de los Reyes Magos, pero aún así ha sido la reina de las fiestas. La familia ha estado encantada con su princesita, y eso que hemos recibo la sorpresa de que pronto habrá un principito en la familia, ya que mi sobrina por parte de mi marido está embarazada. Es muy joven y la noticia ha sido inesperada, de ahí la sorpresa. Personalmente a su edad yo no pensaba más que en sacarme la carrera y apenas tenía tiempo de intimar con chicos, a lo más algún noviete pero lo mantenía alejado con un palo, literalmente, porque me hubiera arruinado la vida siendo madre a los veinte, o de eso estaba yo más que convencida entonces.

Seré yo una descreída de todo, es posible, pero cuando tienes el tiempo justito para cuidar de un bebé, de la casa y mantener el contacto con la carrera profesional a pesar de la baja, el tener que organizar comidas o visitar parientes me supone un esfuerzo extra. Luego lo disfruto, porque salgo un rato de "la cueva" en la que estoy últimamente metida, ya que mi marido trabaja todo el día y no salimos más que al supermercado o al pediatra, y esto último casi siempre yo sola, por tema de horarios de trabajo de O.

Así que se agradece ir a visitar o recibir visitas, pero luego cuando me tengo que meter dos ibuprofenos para no quedar lisiada literalmente maldigo las Navidades.

Ahora en breve irá Amanda a la guardería. Perdón, escuela infantil, que no guardan niños sino que los educan, aunque para los padres supone realmente el poder ir a ganarse el pan sin tener que hacer un "Bescansa". El tema del teletrabajo está muy bien pero no todas las profesiones, mejor dicho, la mayoría de profesiones no lo admiten.

Se habla mucho del tema conciliación familiar y horarios pero se olvida en seguida los dos principales escollos: Uno es la naturaleza del trabajo. Está claro que no se puede llevar un niño a una base de la OTAN o a una mina en Avilés. Como tampoco sería factible llevárselo a una oficina del INEM mientras se atiende a los parados. Ni es muy sano llevárselo todo el día a pasar consultas médicas si uno trabaja en un hospital. Otro escollo es la mentalidad de los empresarios. Hay pocos empresarios mujeres y suelen ser adineradas con niñera, cocinera, limpiadora y de todo lo necesario para no tener que llevarse a los niños a cuestas. Me río mucho de Anne Igartiburu, Elsa Pataky o Pilar Rubio, estas últimas aconsejando métodos dietéticos y deportivos como si las madres proletarias fuéramos idiotas y no supiéramos que para tener esa tripa plana ni abdominales hipopresivos ni la dieta hiperproteica, que lo que ocurre es que se han costeado una cara abdominoplastia nada más parir y lo segundo es que tienen todo tipo de servicio a su disposición como para dedicarle ocho horas al día a cuidar su imagen, y pasta para pagarse los mejores tratamientos y los mejores entrenadores.

Ya me gustaría a mi algunos días disponer siguiera de media hora para depilarme las piernas, cortarme las uñas, ponerme crema hidratante o tan sólo poder lavarme el pelo con un poco de esmero o hacer caca como Dios manda. Hay días que me ducho más rápido que si estuviera en un cuartel.

Hay que plantearse en serio el tema de los horarios de centros escolares y servicios de apoyo a la mujer trabajadora. Cada vez se potencia más el aspecto pedagógico de los centros escolares para bebés y niños pequeños pero se olvidan las necesidades de los padres, de modo que cuando el niño se pone malito o hay vacaciones escolares (que no son vacaciones para los padres), se monta un buen follón porque hay que buscar a alguien que se quede con el niño.

Si se tiene familia a mano o amigos que se puedan hacer cargo es un alivio, pero para los que no tenemos esa suerte (mi familia sólo se podría hacer cargo algún día excepcional pero no por norma), tenemos un problema gordo.

Otro tanto es el tema de los deberes extra para papás. Está muy bien lo de fomentar la creatividad de los niños pero los padres trabajamos y no estamos como para tirarnos cuatro horas diarias buscando goma eva, papel de fieltro, analizando películas de dibujos animados para seleccionar personaje y cosiendo elaborados disfraces. Tampoco tenemos tiempo para llevar a los niños tres horas al parque ni para aprendernos todo el repertorio del Cantajuegos o hacer horas de cola para coger una entrada para ver a Peppa Pig.

A día de hoy estoy contactando y entrevistando posibles canguros. Me da un tanto de aprensión dejar a mi nena con alguien medio o totalmente desconocido, y encima es un palo económico, sumado a la escuela que desde luego barata no es precisamente. Pero es algo que es necesario y además me servirá para no volverme loca ni ser una apestada laboral y socialmente. Muchas de las reuniones y eventos a los que debería o me gustaría asistir no admiten niños y menos bebés con cólicos.

Aún así me siento un tanto atrapada, como si viviera en una cárcel de horarios. No tengo la opción de teletrabajo y siendo funcionaria tengo seis días de asuntos propios pero ni son suficientes ni deberían usarse para cuidar niños enfermitos ya que también como adulta que soy tengo que ir al banco, al notario o gestionar asuntos de la intendencia de mi casa mi coche o el resto de mi familia, ya que además tengo un padre anciano en una residencia. Me gustaría tener un horario más flexible pero no es posible. La Administración del Estado que tanto aboga por la conciliación no la aplica totalmente en sus propios trabajadores, sobre todo por el tema del teletrabajo, quizás por la idea tan equivocada que tiene la gente de lo que es un funcionario.

Esto que escribo no es una queja sino una llamada de atención. Ser madre es una labor agotadora y la solución no es dejar el trabajo, yo tengo una profesión por encima de todo y una carrera profesional en sentido extendido a la que me encanta dedicarle tiempo. Tampoco debería ser la solución tener cuatro o cinco niñeras a base de no comer carne o pescado en todo el mes o no poder comprarme unas bragas y tener que andar recosiendo las gomillas cuando se rompen las baratillas que me compro del súper.
Tampoco habría que estar al borde de la angustia si me llaman de la guardería pensando no sólo en qué habra pasado sino además cómo justifico mi ausencia sin que me sancionen o suponga un problema serio en mi trabajo. Como digo, existe la idea equivocada del funcionario seta y os puedo asegurar que no sólo ficho y tengo un control estricto sino que además tengo objetivos laborales que me llenan todo mi horario de trabajo e incluso estando de baja estoy leyendo y atendiendo algunos correos urgentes.

Debería haber un sistema de conciliación real. Además, parece que automáticamente todo el tema de los niños es responsabilidad de las madres aunque tengan un trabajo con más responsabilidad que el padre. Debería existir un sistema de responsabilidad compartida real. No es justo que siempre llamen del cole a la madre y ésta tenga que sentirse culpable, histérica, agotada, etc por no poder ser una Superwoman. Y además está el tema de mantenerse joven  y lozana.

Decididamente es imposible abarcar todo. La única opción es ser un poco malamadre, un poco malaesposa, un poco malacriada y un poco malatrabajadora. Pero me da auténtica rabia porque los hombres son en general un poco o mucho malospadres, un poco o mucho malosesposos, muy maloscriados y un pelín malostrabajadores, pero sólo con ser buenos en su profesión parece que lo justifica todo y se les considera hombres de éxito. Además los muy jodíos incluyen en su horario laboral el ir a jugar al pádel con los colegas y no se sienten culpables nunca si eso les supone no poder estar con sus hijos. Duermen como lirones y piensan que son buenos padres si les dan a sus hijos un beso de buenas noches y pagan las facturas.

He tenido jefes o he conocido de jefes de amigos míos que no pisaban su casa más que para acostar a sus hijos o a veces ni eso. Es posible que les tocara llevarlos a urgencias e incluso que les dieran mala noche. Pero la mujer sufría todo eso y además cuidar de los niños el resto de la tarde que ellos pasaban tomando cervezas con clientes o con sus colegas. Esas mujeres habitualmente tenían que atender un trabajo remunerado por la mañana. Muchas eso sí tenían asistenta, cosa que yo no me puedo permitir.

Si luego esas mujeres no lucían bellas y lozanas, encima alguno de esos jefes se liaban con la primera joven bonita que se les ponía a tiro...

¿Cuándo habrá verdadera justicia en la sociedad? Da igual que te cases con un pobre o un rico, en cuanto te conviertes en madre pasas a ser una estresada o una pasa física y/o mentalmente. Sólo por el amor de los hijos se aguanta todo esto pero ... ¿Se podría ser una amada madre y una mujer de éxito con buena salud?






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