PUNTO Y SEGUIDO
Hace una semana poco más o menos
sufrí una aparatosa caída. ¿Motivo? La vida loca que llevo de madre superwoman,
ni más ni menos. Intentar llegar a todo a la carrera, intentar que mi hija vea
que su madre la apoya en todo y la cuida, intentar sacar todo lo urgente e
importante del trabajo, el cole, las extraescolares, que si vamos tarde, que si
luego toca patinaje… En fin, el resultado fue un buen trastazo, todavía me
duele el brazo, tengo un moratón inmenso, una herida que casi me tienen que dar
puntos y me cuesta todavía usar el brazo como debiera, aunque por suerte no me
lo he roto (o eso creo). Además tengo heridas y golpes por las piernas en
cantidad no numerable. Por una caída de este calibre, mi madre a la misma edad
que yo acabó en el hospital ingresada y tardó más de un año en recuperarse.
Tendré que dar gracias y todo a Dios o a mi dieta, o a mi saber hacer, de tener
huesos fuertes y buenos reflejos para caer intentando minimizar daños. Y lo
peor de todo es que idiota de mí, no he pedido la baja. Me las he apañado para
trabajar toda la semana con el brazo vendado y una rodilla llena de gasas,
esparadrapos y supurando. Me dio fiebre el sábado por la tarde y me arruinó la
fiesta. Llegué a pensar que era el tétanos, por los síntomas, pero creo que fue
porque estaba agotada y apalizada, hacía mucho frío y había tomado bebida muy
fría…Pero bueno, cualquier cosa puede ser, en cualquier caso, estoy vacunada de
eso, aunque hace ya…
Sin andarme por las ramas,
después del trastazo monumental, resolver lo más urgente (el hombro, el codo,
la rodilla), y regresar a casa, le di un rato a pensar (y me escaqueé de la
última reunión del día de paso).
No puedo seguir así. De verdad
que no. No puede ser que tenga que levantar a mi hija a las seis de la mañana,
echarle broncas monumentales a las siete menos cuarto porque está encerrada en
el baño, o no ha desayunado o ni siquiera se ha quitado el pijama. No puede ser
que llegue a la oficina a las ocho y media y me miren como si hubiese llegado a
la hora de la comida. No puede ser que no me entere de lo más fundamental del
trabajo por no poder tomarme el cafetito mañanero con los jefes a las siete de
la mañana o a las siete y media con mis compañeros. No puede ser que no me haya
quitado ni la chaqueta ni el bolso y ya tenga a tres compañeros en mi despacho
acosándome con problemas. No puede ser que me vaya del trabajo a las cuatro y
media de la tarde y tenga que echar una carrera olímpica porque si se me escapa
el autobús, no llego a recoger a la niña y me cierran el colegio.
No, no puede ser que viva en este
estrés continuo, de no llegar a todo, bueno, de casi no llegar a nada.
No puede ser que mi hija esté con
almorranas desde hace dos semanas y no encuentre un pediatra que la pueda ver
sin perder una mañana entera haciendo cola en el ambulatorio.
No, no puede ser que tenga que
dejar a mi hija haciendo los deberes a su bola, sin supervisión porque a no sé
quién de no sé dónde le haya dado por pedir algo Not Later Than tomorrow y me
haya enterado a las tres de la tarde de Today.
No, no puede ser que me vaya a
desnucar por llegar a todo.
Así que lo primero que he hecho
el lunes es mandar a paseo a un compañero correoso. Educadamente, pero a paseo.
Cuando me ha visto recogiendo a las cuatro de la tarde y se me ha acoplado le
he dicho: “Me tengo que ir ya”. Y él: “Son cinco minutos”. Y yo: No, no es
cierto, siempre me tienes media hora más, pero aunque fueran cinco minutos, no
te los voy a dar. Mañana llego a las 8.30. A las 9:00 y no antes, me buscas,
cuando haya leído y priorizado mi trabajo.
Lo bueno es que se quejó a mi
jefe y mi jefe me dio la razón. Pero… Porque me iba a encalomar un trabajito de
los suyos…Buff… Mierda de vida. He empezado a hacerle trucos de trilero, lo
siento, no puedo más. A los NLT (Not Later Than) están los MMS(Much More Shit),
que es pasarle un borrador de lo que me ha pedido, esperar a que se lo lea y me
diga… Pero esto no es lo que yo pedía con tanto detalle… Y yo… Ya, pero con tan
poco tiempo que he tenido para prepararlo, no he podido hacerlo mejor… A lo que
me suelta la retahíla de que trabaja cien horas a la semana… Y yo… “Sí, yo
también trabajaba 100 horas a la semana… Cuando no tenía a mi hija” Ahora
trabajo el 100% de la semana, o sea 168 horas (24x7), de las cuales 45 (9 x5) profesionales
cuando la niña está en el colegio (7:30 a 18:00) y las 123 restantes de la semana cuidando de
mi hija o perdiendo el tiempo en el largo trayecto. Creo que captó la ironía…
La cosa que ahora ve mejor cuando le pido un día de teletrabajo o
semiteletrabajo (ir a hacer las tareas que sólo pueden ser presenciales) y el
resto desde casa.
Pero, de todos modos, necesito
hacer como hacen estos cerebros pensantes del Club Bilderberg que a pesar de
estar al 100% se paran una vez al año para tomarse unas cervezas juntos y urdir
los planes mundiales.
O sea, que debo tomarme un día
próximamente para pensar “qué quiero ser de mayor”. Ya lo hice hace trece años,
que sufrí una crisis existencial, con la consecuencia de que rompí con el novio
de entonces (pero caí en otro que a la larga no resultó, aunque bueno… Tengo a
mi hija), y me preparé una oposición en serio, la aprobé y dije al trabajo de
consultora de doce horas diarias… Chao.
Pero hora creo que debo
evolucionar. No es cuestión de dinero. Mi jefe se piensa que gratificando las
horas extras vamos a trabajar más horas, pero eso no funciona así. Como siempre
digo, una mujer produce un hijo en nueve meses, pero nueve mujeres no producen un
bebé en un mes. No por mucho echar más horas puedes sacar más trabajo. Y eso
suponiendo que puedas echar más horas. No puedo dejar a mi hija abandonada.
Pero ya no es eso sólo, que hasta ahora es el motivo que estoy argumentando. Es
que aunque no tuviera hijos, me fui de la vida anterior porque me estaba
descuidando yo misma. Estaba fatal, había dejado de ir al gimnasio con frecuencia,
tenía ansiedad, comía a deshoras y porquerías, y había engordado como diez
kilos. Iba fatal.
Ahora creo que la montonera de
trabajo sumado al estrés de la crianza en solitario me está llevando por el
mismo camino, y me niego. Me niego a abandonarme, física y mentalmente.
Tengo que pensar muy bien la
estrategia. Puede pasar por irme del trabajo actual, pero también por
racionalizar el que tengo, aunque me la juegue a que me despidan (cesen, que
viene a ser la misma). Soy funcionaria y estoy en libre designación, me pueden
cesar y asignar puesto mucho peor remunerado, con lo que tendría serios
problemas para llegar a fin de mes, que ahora no es que me sobre mucho, pero me
voy apañando.
Pero si eso fuera así, podría
también buscarme otro puesto, y quién sabe. También puedo buscarlo ahora y
negociar. No sé, el caso es que me gusta mucho lo que hago ahora, es trabajo
donde puedo aplicar mis conocimientos, y estaría bien si pudiera hacerlo con
más gente y menos agobios, porque además me cae bien la gente, incluso mi
jefe normalmente no es un ogro, sólo se
pone duro cuando lo aprietan a él también o cuando cree que lo estamos
churreando. Pero me da que no es capaz de empatizar con situaciones como la
mía, y es una pena. Además, en nada lo ascenderán, se irá y temo el que llegue
a reemplazarlo.
Como no soy como el presidente
del gobierno, a mí no me conceden cinco begoñosos para repensar mi situación
laboral y qué debo hacer. Aunque lo que sí he visto que no sólo yo soy patosa,
porque “el prenda de PS” llevaba el otro día una herida en el brazo horrorosa
como la mía… igual se la hizo como yo…Consecuencia del caos…Quién sabe. Igual
se la hizo boxeando, o la parienta le atizó con el látigo de siete colas en una
sesión a lo “Cincuenta Sombras de Grey”.
Bueno, el finde pasado fue
tranquilito, estuve básicamente con amigos y no me comí un colín, así lo
resumo, muy resumido. A ver cómo se da el próximo que la niña se va con el
padre.
Comentarios