PEREZA POSTVACACIONAL
Me ha pasado algo a la vuelta de vacaciones que no me había pasado nunca: Me olvidé la contraseña del móvil (del trabajo). Bueno, no el PIN de la tarjeta, ese me lo sé, hasta tanto no he llegado pero me refiero a la contraseña/patrón de desbloqueo del móvil. Suerte que al día siguiente y en el noveno intento conseguí desbloquearlo.
Sí, confieso que he mirado poco
el correo del trabajo, apenas un par de veces en tres semanas. Eso son
vacaciones, ¿a que sí? Pero aparte de la escapada a Benidorm, no he salido de
Madrid. He estado con la peque en plan piscina, vagueo, paseo, pelis, dormir
tarde (hacía un calor brutal y no tengo aire acondicionado en casa).
Ayer volví a la oficina y lo que
pienso es… Qué pereza por Dios. Además,
no sólo me refiero al trabajo, también a las rutinas… Además se me ha
ido la asistenta, que no es que viniera todos los días, pero algo ayudaba,
ahora me toca lidiar yo solita todos los días con la casa y la niña, buff, me
salen ya agujetas sólo de pensarlo.
Hablando de agujetas, me he
apuntado al gimnasio, pero no al que estuve visitando en agosto, que era algo
así como el palacio de los bíceps, sino algo más modesto y apañado que son unas
clases online de yoga con mi antigua profesora de pilates (tan antigua que
tenemos hasta fotos analógicas de las fiestas de fin de curso, no digo más).
No me he apuntado a un gimnasio
cañero porque hace unas semanas el cardiólogo me aconsejó deporte pero moderado
y mucho reposo, tengo insuficiencia cardíaca y me van a hacer un TAC para ver
las coronarias, así que poca broma. Caminar sí puedo y los deportes soft, pero
no como en Benidorm que me iba de punta a punta siete veces al día. Bien porque
con eso bajaba las diez cervezas que me tomaba al día, pero mal porque acababa
con los tobillos como morcillas, per de esas gordotas de Burgos.
Y lo peor que llevo: Dieta. Pero
no puedo hacer una dieta de esas de cocinar en casa y llevar todo en tupper, porque
ya voy cargada con el mochilón del portátil, que más que portátil parece
semoviente, de lo que pesa todo. Entonces lo que hago es pedirme del rancho
cuartelero del día en la cantina un solo plato con guarnición de ensalada y
traerme para casa el postre (fruta normalmente) para desayunarlo al día
siguiente, el pan también, y la botella de agua con gas. Me he aficionado al
agua con gas. Es raro, pero debe ser algo instintivo, porque me ha bajado la
tensión, y de hecho el agua carbonatada es buena para la tensión.
Ya pronto empieza el cole, casi
lo temo tanto como lo deseo. Lo temo por la lata de lavar y planchar, coser y
remedar uniformes, pero lo deseo porque con las extraescolares tengo que correr
menos por el metro, que voy a acabar infartada alguna tarde de tanto correr…
(Los campamentos de verano, ¿por qué acaban todos tan pronto cuando mucha gente
no tiene horario reducido en verano?).
Ahora vayamos a mis propósitos
para el nuevo curso y las dependencias:
1.- Mejorar la salud, tanto
física como mental.
Para esto debo: Adelgazar (menos
comida, más ejercicio y nada o casi nada de alcohol), dormir más, tomarme los
problemas laborales con más pasotismo aunque acabe limpiando váteres en el
Ministerio si no llego a objetivos, comer mejor.
2.- Mejorar mi aspecto, ser más
guapa, más joven, más estilosa. Eso es recomendable no sólo para ligar sino
hasta para mejorar laboralmente. Pero no es fácil. Fue al dentista a una
limpieza dental y acabé con un tratamiento doloroso para las encías y una
propuesta ayer de que me opere el frenillo inferior y todo… Yuyu. Esto es un
melón que en cuanto lo abres ya es un no parar.
3.- Dedicar menos tiempo a las
fiestas pero que sean de mejor calidad, mental y operacional. A ver pongo
ejemplo: Si vas a ligar un sábado por la noche a una fiesta y estás ahí un par
de horas y no te ha pedido el teléfono ningún hombre que te interese, te vas.
Lo estoy practicando a rajatabla. Nada de proseguir la velada social, porque el
resto también a van a ligar y les estorbas, si sigues dándoles palique. Y está
claro que tú no eres su objetivo, si no, habría señales ya en dos horas que
llevas ahí. Otro ejemplo: Estás charlando con un chico que te gusta, pero el tío espera ansioso que te vayas a por una copa, al baño,
saludes a otra amiga para ponerse a charlar con otra… Pues pasa de él, pero no
sólo en esa fiesta sino en las siguientes. Un tío que no espera a que te vayas o
que te líes con otro para ponerse a ligar con otra, no es material ligable. Está
claro que sólo es un conocido al que saludar brevemente. No le dediques más de
cinco minutos en la siguiente fiesta.
4.- Dedicar más tiempo a comprar
y cocinar sano. Es un ahorro de dinero y una garantía para la salud.
5.- Pasar de los hombres. Sí,
como lo oís. Tengo tan poco tiempo que, si me cuido la salud, no me va a dar
tiempo a salir a ligar. Además, sales de fiesta, te gastas dinero en la
entrada, te acabas tomando una copa porque te parece ridículo gastarte cuarenta
euros en dos consumiciones y pedir dos botellas de agua como si fueras un neng
de la ruta del bakalao, es hasta sospechoso. Arruinas la dieta, la salud por un
hipotético posible rollo que, últimamente, deben estar todos en el Mercadona
buscando piñas y sólo quedan pesados.
Como voy al súper todas las
semanas o casi, lo que haré es buscarme un chándal más guay, en vez del que
suelo llevar viejo y roído. Lo malo es que en mi barrio no hay hombres que me
interesen. No voy a explicar por qué, ya me entenderéis los que conozcáis el
barrio. A mí me iría más ir a la zona Gourmet de algún súper de la zona norte
de Madrid… Igual por ahí debo empezar ya a pensar en invertir. ¿Qué tal una
visita a una charcutería y pedir consejo a un tío pijo guapetón para escoger un
lomo embuchado? La imagen es hasta erótica… Umm.
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