TRABAJO VERSUS FELICIDAD
El que dijo aquello de que el
trabajo es salud no trabajaba en una mina ni en mi oficio, de informática
todoterreno.
Oí no sé dónde que eres feliz
cuando puedes desayunar tranquilo y a tu ritmo todos los días. Si no has
desayunado o, como yo, te apuras un café de pie mientras te invaden el
despacho, de seguro que no vas a tener una microbiota sana, y mucho menos, una
sonrisa en la cara.
En el año 1972, el rey de Bután, harto de que lo criticaran por la
pobreza extrema de sus súbditos, se sacó de la manga el término “Felicidad
Nacional Bruta” por contraposición al de “Producto Interior Bruto”, para justificar
que, aunque su gente era pobre de morir de miseria, era la más feliz del mundo
(ya tendrá morro el colega…).
Pero algo de razón tenía, al
resumir con una serie de indicadores, que no es más rico el que más tiene sino
el que menos desea.
Me he tenido que ir de puente
para darme cuenta de que soy feliz con poco: Un poquito de sol en la playa, una
cervecitas con gente animada, aire puro, pasear, desconectar a fin de cuentas.
Parece poco pero cuesta un
triunfo, la curva de la felicidad desciende hasta tocar el suelo a la edad en
la que te dedicas a dar el do de pecho laboral a la vez que crías a tus hijos.
Esto viene a ocurrir a los cuarenta y pocos, pero a mí me ha pillado la curva
desplazada, qué se le va a hacer.
He echado de menos a mi hija, y
me hacía falta echarla de menos. Después de Semana Santa, tuvimos una semanita
bastante complicada, yo estresada y ella rebelde, yo gritándole todo el rato y
ella pasando de mí y desobedeciendo… No sé qué le pasa ahora a los niños que
pasan por la adolescencia sin haber jugado a la rayuela ni haber volado una
cometa.. Si Bridget junior está así con siete añitos, cuando tenga quince me
espera la secuela de “El exorcista”.
Esta semana ha estado muy
disciplinada y tranquila… Mejor no preguntar, igual es que con su padre ha
tenido bronca… No sé, el caso es que nos hemos echado de menos y a la vuelta
nos llevamos mejor.
Pero voy a hablar de la
experiencia “Gran Hermano” vivida. Me reía yo de esos realities donde la gente
se hace muy amiga o se odia a muerte después de cuatro días conviviendo
veinticuatro horas, pero lo cierto es que, aunque sin guión, la cosa viene a
ser así.
Tres días antes de salir de
viaje: Se forma grupo de Whatsapp para que vayamos conociéndonos. La cosa va
bien y todos nos venimos arriba hasta que llega una chica y nos corta el rollo:
“Ey, se supone que sólo está para hablar de cosas del viaje.” Esto… A ver, no
hay un encabezado con normas, se supone que es para conocernos, y hablando de
secadores o almohadillas de viaje no me parece manera de hacer amistad.
Me pregunto yo lo siguiente: ¿Qué
le pasa por la cabeza a un individuo/individua que se apunta a un viaje para
Singles, y remarco lo de Singles, o sea, para hacer amigos y lo que surja y se
tira todo el viaje hablando sólo con las tres personas que conoce de otro grupo
de senderismo?
Del grupo de unas treinta
personas calculé que había como diez que podrían haber ido directamente por el
IMSERSO y les saldría el viaje más barato y más animado. Creo yo que como
tienen buena salud y manejan “plata” se apuntan a estos viajes porque son menos
cutres que los del IMSERSO, y no les ponen a bailar “Pajaritos” o a jugar al
bingo…
De los veinte restantes habría
como diez personas que yo los voy a etiquetar directamente como “asperger” que
viene a ser más técnico que directamente “antipáticos” que queda como más
ofensivo. Un asperger es un antipático activo o pasivo. O sea, porque le cae mal
la gente o porque le han dado muchos palos y va escondiendo la cabeza como el
avestruz.
Más que una coordinadora (que
aprovecho a decir que me encantó la chica que nos trajeron, hizo lo que pudo
porque la gente se integrara), necesitarían algunos/algunas un terapeuta post
divorcio o post vida dedicada a los gatos. No sé, voy dando ideas.
Y luego quedamos los sociables,
pero claro, cada uno de su padre y de su madre. Lo llamamos el grupo del orujo.
Hicimos un chat para escaparnos a buscar algo de marcha en Cantabria. Que ojo,
es un sitio precioso pero no tiene nada que ver con Benidorm. En el hotel de
playa no había discoteca, ni chiringuito, ni piscina, ni na de na. Y cerca del
hotel, bajando un barranco había como tres garitos con algo de música. Uno de
ellos lo de la música era como el hilo musical, imperceptible. Los parroquianos
éramos casi todos de Madrid, y los aborígenes eran un tanto raros, o muy
jóvenes. En ciertos sitios de España, la gente de mediana edad no sale de
marcha ni entre semana ni en fines de semana, directamente quedan en casa con
sus amigos. Los madrileños somos todos muy golfos y salimos de parranda hasta
un lunes de enero, pero se ve que en Cantabria sólo salen de marcha un sábado y
poca cosa… En fin. Otra cultura. Echo de menos Benidorm, que tienes marcha a
todas horas…
El caso es que no he ligado ni un
resfriado (tampoco iba con esa pretensión), pero me he reído un montón, hemos
improvisado un karaoke y todo, he hecho nuevos amigos, todos gente sana y
marchosa, he aprendido palabrotas en rumano y me han regalado una pulsera de
cuero de la secta del orujo…
Y digo… Habiendo estos viajes,
¿por qué hay gente que prefiere irse a un balneario?
Seguiremos informando.
Por cierto, mi apoyo para
Nebulossa, yo soy digna zorra de postal, ya lo dije en otro post.
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