Be Water My Friend


Me acuerdo de esa frase en boca del desaparecido Bruce Lee. El anuncio, cómo no, un coche, cosa más prosaica y anti filosofía oriental, pero es lo que tiene el capitalismo, que por vender, empaquetan la fe en tetrabrik si hace falta.

El texto entero de la cita del maestro oriental era: “Vacía tu mente”- Clara alusión a la meditación – “Pierde la forma, como el agua. Cuando el agua rellena una taza, se convierte en la taza, cuando lo pones en una botella, se convierte en ella…” – Clara alusión a la adaptabilidad al entorno y las adversidades de la vida en vez de luchar contra ellas. “El agua puede fluir o puede golpearte” – Lo de fluir estilo Osho, estar en sintonía con lo que te rodea, y lo de golpearte, pues el Kun Fu, palo a los malotes, que no todo va a ser bondad.

En resumen: El agua es fuerte e inteligente, porque sabe cuándo adaptarse y camuflarse y cuándo actuar y golpear.

Ahora que leo más cosas sobre filosofía oriental no me extraña, porque el agua es el elemento más venerado por los chinos, sin el agua no pueden funcionar el resto.

Así que yo estos días me quiero mentalizar para ser como el agua, en vez de nadar siempre contracorriente, que me causa mucho estrés.

Necesito, como el agua en una olla a presión, encontrar mi válvula de escape para fluir en el aire, en armonía con el universo.

¿Y qué mejor válvula que ir al gimnasio por las noches?

Hasta hace menos de un mes, cuando me preguntaban si sufría de estrés, yo hubiera contestado que no, porque me manejo muy bien en situaciones límites y disfruto “hiperpaginando” que es más que multigestionando.

Pero desde que estoy haciendo dieta según la medicina china y siguiendo algunas pautas, me doy cada vez más cuenta de que mi cerebro, para seguir rindiendo y no colapsarse, delega la gestión del estrés que no es positivo (no sirve a sus fines) en mi cuerpo y éste alcanza unos niveles de tensión brutales, que no los percibo porque mi cerebro está muy ocupado respondiendo de forma intelectual al estrés.

Así que digamos que mi estrés tiene dos componentes, la intelectual y la física, y van disociadas. En la mayoría de los humanos van juntas, y cuando alguien tiene preocupaciones no puede dormir o se muerde las uñas. A mí no me pasa eso. Pero ando con el cuerpo en tensión sin saberlo. Puedo dormir como si fuera un PC que le apretas el botón de Apagado y  despertarme en menos tiempo que tarda Windows desde luego en abrirte una sesión. Pero mi cuerpo no se relaja, sigue en tensión.

Así que necesito liberar el estrés acumulado en mis músculos antes de que me vuelva a dar otro ataque de ciática gordo como el de hace unos meses, que justamente fue cuando más estrés tenía.

 Pero aún hay más: Según los chinos, cuando el cuerpo se siente en peligro, lo primero que hace es cerrar las funciones menos importantes, como la reproductiva. Si quiero recuperar mi fertilidad, necesito deshacerme de ese estrés que yo no percibo pero mi cuerpo sí.

Como ayer fue un día muy complicado de miles de reuniones de trabajo, para descargar tensiones, como he dicho, fui al gim por la noche, y me enrolé nada menos que en la clase más cañera del gim, la de “Total Trainning”.

Ya hace más de un año que comenté los nombres exóticos que dan a las clases en los clubes de deporte pijos. La clase viene a ser como un entrenamiento para los marines pero sin echar la tripa por el fango o enredarte en una alambrada.
Además, la clase es dura, pero no tanto, porque correr con zapatillas de deporte siempre es más grato para los pies que con las botas militares.
Por lo demás es muy similar, incluyendo los gritos del entrenador, ataviado totalmente como si estuviera en la base de entrenamiento de los reclutas en San Diego. Este mismo entrenador es capaz luego de vestirse con maillot los viernes para dar la clase de zumba. Un crack, yo me he vuelto a enrolar en este gimnasio por este monitor, y lo digo sinceramente.
Hoy estoy que me duelen hasta las pestañas, si no tengo más agujetas es porque no tomo azúcar y además ayer me metí medio litro de bebida isotónica nada más llegar a casa, para evitar calambres musculares. Pero el cansancio, ay el cansancio no se cura con nada, salvo con reposo. Hoy haré recaditos y me quedaré en casita por la noche. Mañana si puedo caminar sin que me tiemblen hasta las rodillas, volveré a por más caña.
 Me siento feliz porque ya he conseguido bajar los excesos del fin de semana, que han sido muchos y variados.
La semana pasada tuvo una puntuación de digamos un 6 sobre la escala del 1 al 10 del crapulismo. No sería nada relevante si tuviera ahora mismo mis veintiocho años que sólo pasaba por casa para ducharme y poner lavadoras pero para estar haciendo vida sana es una puntuación muy mala.
El miércoles fui a hacer un recadito pendiente pero de paso quedé a tomar una cañita con una amiga que hacía tiempo que no veía. La cañita al final resultaron son 2 vinitos y al llegar a casa como era el día de la ovulación, para caldear el ambiente con mi chico nos tomamos una copilla. Ya empezábamos bien la semana.
El jueves fui al gim y purgué mis pecadillos del jueves. Como eran pecaditos veniales me contenté con hacer cinta, bici y elíptica durante una hora, lo normal más o menos.
El viernes no fui al gim y encima me fui de cena y bailoteo con unas amigas. La cena iba a ser ligerita, que ninguna está hecha un esparraguito, incluso yo no era la más gorda del grupo, así que pedimos verduritas, setas y sepia, aunque al final con la tapa de bravas, las verduras más fritas que planchada y la montaña de alioli para las setas y de mayonesa para la sepia, creo que mejor hubiéramos pedido directamente unos chorizos a la sidra, así por lo menos nos hubiéramos dado el gusto al paladar. Repito e insisto que es imposible hacer dieta sana cuando sales a cenar con amigos. Ni siquiera estando todas de acuerdo en pedir cosas light, al final los restaurantes se empeñan en freirnos hasta los bordes de los vasos, por si a alguna modelo le da por no pedir nada más que agua.
Luego, como no, está lo de postre sí, postre no. Decidimos no tomar postre, pero de camino a la discoteca, a una de mis amigas le dio antojo de helado. Ahora sé por qué es la que más pesa del grupo, y es porque no controla sus antojos, dado que el resto suspirábamos por el postre sacrificado, pero nadie osaba decir nada. Otra del grupo, para contentar a todas, votó por un sitio de esos nuevos de helados bajos en calorías. Allá que fuimos y sí, los helados eran bajos en calorías, y además ponían las calorías incluso en la boquilla de las heladeras, pero los toppings, ay los toppings, ahí se olvidaron de etiquetar nada. Yo opté por helado de yogurt con topping de fresas, pero ya calculé mentalmente que llevaba ya aquella noche unas mil calorías de más en el cuerpo. Mucho tendría que bailar después para quemarlas, caray.
Llegamos al sitio. Segunda tentación: Las copas a dos por uno, aceptables si te tomas dos, un tanto caro si sólo te tomas una. Pensando en que estaríamos allí al menos un par de horas y pensando además que después de tanto exceso qué más daban ya doscientas calorías arriba o abajo, opté por la opción de dos copas, aunque fui buena chica y eran gintonics, que digo yo que menos calorías que una crema de orujo tendrían. Pero luego una de las amigas que ya no podía con su segunda copa me la pasó a mí. Olé, tres copillas. Yo tan tranquila, el alcohol no es problema, además bailé un montón, ya que no quería que los moscones me atrapasen,  que había uno especialmente pesadito, y qué mejor manera que darle esquinazo por la pista botando como una loca, así no quedaba muy obvio y salvo que fuera la versión masculina de la protagonista de Flashdance, pronto se iba a cansar… Al final mi amiga la soltera le dio el teléfono y ya el depredador se dio por contento, más si cabe cuando le enseñé el anillo de casada. Aunque siempre hay algunos que les da igual todo, no creáis.
Bueno, que me enrollo, llegué a casa a las cuatro y media de la mañana con gases por las salsas y el helado (maldita intolerancia a la lactosa) y algo de molestias en el estómago por las tres copas, pero vamos, eran peor los gases, os lo juro.
A la mañana siguiente tenía que madrugar para hacer recados y mi maridito irse a currar, así que habiendo dormido menos de cuatro horas, me levanté y me fui por ahí a hacer cosillas. Mi cabeza iba algo torpe. Por un momento pensé en la frase típica de viejunillo: “Ya no puedo beber como antes”. Pero me paré en seco y pensé: Claro que puedo beber como antes, lo que pasa es que antes no me daba cuenta de que estaba espesa porque los lunes por la mañana en clase de Topología diferencial no conseguía discernir si lo que me pasaba era por la resaca o por lo complicada de la clase en sí misma. Sobria y despejada dudo mucho que la hubiera aprovechado más y a buen seguro que soportado mucho peor sin el recuerdo del finde pasado.
Pero todavía quedaba el sábado noche, cena y fiestas en Alcorcón, en casa de Z. Otra ocasión para seguir acaparando calorías. Sin embargo, cuando me pesé el sábado por la mañana, no había subido de peso. Probablemente fuera por el bailoteo y paseo de punta a punta de Madrid con tacones, o bien porque la ovulación había terminado y el cuerpo se deshacía de la hinchazón abdominal, por lo que los gases quizás no eran por las salsas sino que habían salido a escape tras agitarlos bailando y llevaban ahí desde el miércoles.
Z no se caracteriza por el gusto por las verduras, así que lo único light que había eran unas rodajas de tomate y unas banderillas picantes. Picotée de lo menos graso que pude, pero aún así, otro día de excesos para apuntarlos.
El domingo la báscula me sacó tarjeta amarilla. Había que hacer algo. Propuse comer en casa, algo ligerito, pero para O algo ligerito es un arroz a la cubana. A pesar de que tomé el huevo cocido en vez de frito y el arroz integral en vez de blanco, anoté mentalmente que la comida ya había superado las mil calorías. Uff, y con el cansancio acumulado que tenía, pocas ganas de ir al gim. Además, O reclamaba la atención que le había negado los dos días anteriores así que definitivamente, dejé el gim para ayer.
 
 


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