Ay que dolor
YO ME QUIERO VOLVER A MALAGA, BUAHHH
Me he levantado con fiebre, dolor de garganta, dolor de oído y malestar… Ay, ahora que ya estaba mejor del estómago, me ataca la garganta…Debe ser la gripe, ley de Murphy, porque este año no me pude vacunar.
Aún así, como sí me he vacunado otros años, la fiebre no es tan alta como para dejar de ir al trabajo, máxime esta semana que estoy aquí encargada de una inspección y más sola que la una…Así que ajo y agua…
Me levanto a duras penas, tititi…Suena el desperatador. Lo paro. Miro la hora: las 6:00, ni caso. Titititi….Suena de nuevo, las 6:15. Lo vuelvo a parar. Abro un ojito. Me digo: Ale, arriba, o llegarás tarde. Nada. Tititi…Las 6:30. Ahora suenan los tres. No tengo más remedio que levantarme, haciendo un esfuerzo sobrehumano. Pongo el calentador, una taza de agua al microondas para el té rojo con tisana de vitamina C (hoy no le pongo la tisana digestiva). Me ducho, me visto, me miro en el espejo (ay, qué mala cara, no hay remedio). Mi autoestima está baja, me han vuelto a salir eccema, normal, el frío y las hormonas…No me maquillo, ¿para qué? No estoy de ánimo y es tarde y en el zulo, ningún jefe va a venir a saludarme. Me pongo una camisetita y encima una chaqueta gorda de lana. ¿Por qué? Porque el puto metro, la línea 6 maldita va siempre hasta arriba y no hay quien aguante de calor…
Salgo a la calle, saludo al portero (ya me tiene fichada, da igual que vaya calada con gorrita, bufanda y abrigo de comando, siempre me reconoce…).
Lo primero es que me quedo helada de frío esperando al autobús. Además, juegan al escondite, porque cuando me cruzo la calle y decido coger el otro que me deja algo más lejos pero es más puntual, aparece y zas, el semáforo en rojo. Hoy nos a timado a tres parroquianas, que nos hemos cagado en la madre que parió al puto 116, que no tiene hora ni concierto de aparecer.
Bien, cojo el otro autobús que llega cinco minutos más tarde y por fin llego al metro. El andén hasta arriba. Claro, han ampliado la línea 11 y ale, más gente para Plaza Elíptica, pero el metro el mismo de siempre, y ya va hasta arriba. Nunca cojo sitio, sólo consigo coger posiciones en la mitad del vagón, lejos de las puertas, para que me despachurren l menos posible. No hay manera. Tengo que quitarme el abrigo, el jersey y quedarme en camiseta y aún así, el calor es sofocante. Vamos todos hacinados y, encima,el h.d.p del conductor dice por megafonía cuando, tras varias estaciones, vamos como prisioneros a Ausswitch: “No se apoyen en las puertas o no podré reanudar la marcha”. Valiente cabrón, decimos todos a coro. Que venga por aquí que le vamos a arrancar los huevos de cuajo!!! La gente maldiciendo, esto ya es una pasada, más de 10 minutos de paro en cada estación. ¿A qué está esperando? ¿A que nos muramos asfixiados y liberemos los vagones? En otra estación, atestada de gente a lo largo y a lo ancho, se oye por megafonía “hagan el favor de distribuirse a lo largo del andén”. Pero qué largo, si ya no cabe ni una persona más, como no fuera a lo alto, unos encima de las cabezas de otros!!!
Así, llega uno de muy mala hostia al trabajo, deseando llegar con una katana y zas, zas, cortar unas cuantas cabezas, de los cabrones saboteadores del metro, que hacen huelgas encubiertas y de la tipeja esa que dice que no llega a fin de mes con diez mil euros…Además, el tráfico, las aglomeraciones, ay, qué suplicio, y yo sudando de la fiebre y de la mala leche…Por un momento, mi mente vaga hasta Torremolinos, donde la gente no se levanta antes de las 6 de la mañana (bueno, los barrenderos y algún conductor de autobús o taxista).Tampoco se ven allí manadas en los andenes del cercanías ni el horizonte lleno de humo, ni obras por todos lados…
Pero tampoco me puedo permitir el dejar vagar la mente mucho que los rateros hacen su agosto en las líneas de metro atestadas. Así que hay que tener el bolso placado como de rugby y no perderle el ojo ni un segundo. Qué asco de vida. ¿Cómo le explico yo a mi jefe que llego ya destrozada a trabajar casi dos horas después de haber salido de casa porque el autobús tardó 20 minutos en pasar, otros 20 en llegar al metro por el tráfico intenso y el metro me ha secuestrado casi una hora? Esto es tercermundista. Mejor me voy a preparar una oposición a funcionaria en provincias, y a poder ser en una provincia donde no irrumpan los jabalíes salvajes en la oficina o tengan inundaciones o me obliguen a aprender un quinto idioma. Así que, empiezo a comprender por qué mi primo ha huido a Málaga a trabajar en una sucursal bancaria. No, si el chico que parecía un poco tonto va a ser el gran listo de la familia!!! No sé si será por la fiebre, pero, buahhh, yo me quiero ir para Málaga también!!! O para Benidorm, o para Cádiz, donde sea que la gente no esté como una olla a presión como aquí en Madrid. Y por Dios, que no haga este frío o moriré de faringitis.
Me he levantado con fiebre, dolor de garganta, dolor de oído y malestar… Ay, ahora que ya estaba mejor del estómago, me ataca la garganta…Debe ser la gripe, ley de Murphy, porque este año no me pude vacunar.
Aún así, como sí me he vacunado otros años, la fiebre no es tan alta como para dejar de ir al trabajo, máxime esta semana que estoy aquí encargada de una inspección y más sola que la una…Así que ajo y agua…
Me levanto a duras penas, tititi…Suena el desperatador. Lo paro. Miro la hora: las 6:00, ni caso. Titititi….Suena de nuevo, las 6:15. Lo vuelvo a parar. Abro un ojito. Me digo: Ale, arriba, o llegarás tarde. Nada. Tititi…Las 6:30. Ahora suenan los tres. No tengo más remedio que levantarme, haciendo un esfuerzo sobrehumano. Pongo el calentador, una taza de agua al microondas para el té rojo con tisana de vitamina C (hoy no le pongo la tisana digestiva). Me ducho, me visto, me miro en el espejo (ay, qué mala cara, no hay remedio). Mi autoestima está baja, me han vuelto a salir eccema, normal, el frío y las hormonas…No me maquillo, ¿para qué? No estoy de ánimo y es tarde y en el zulo, ningún jefe va a venir a saludarme. Me pongo una camisetita y encima una chaqueta gorda de lana. ¿Por qué? Porque el puto metro, la línea 6 maldita va siempre hasta arriba y no hay quien aguante de calor…
Salgo a la calle, saludo al portero (ya me tiene fichada, da igual que vaya calada con gorrita, bufanda y abrigo de comando, siempre me reconoce…).
Lo primero es que me quedo helada de frío esperando al autobús. Además, juegan al escondite, porque cuando me cruzo la calle y decido coger el otro que me deja algo más lejos pero es más puntual, aparece y zas, el semáforo en rojo. Hoy nos a timado a tres parroquianas, que nos hemos cagado en la madre que parió al puto 116, que no tiene hora ni concierto de aparecer.
Bien, cojo el otro autobús que llega cinco minutos más tarde y por fin llego al metro. El andén hasta arriba. Claro, han ampliado la línea 11 y ale, más gente para Plaza Elíptica, pero el metro el mismo de siempre, y ya va hasta arriba. Nunca cojo sitio, sólo consigo coger posiciones en la mitad del vagón, lejos de las puertas, para que me despachurren l menos posible. No hay manera. Tengo que quitarme el abrigo, el jersey y quedarme en camiseta y aún así, el calor es sofocante. Vamos todos hacinados y, encima,el h.d.p del conductor dice por megafonía cuando, tras varias estaciones, vamos como prisioneros a Ausswitch: “No se apoyen en las puertas o no podré reanudar la marcha”. Valiente cabrón, decimos todos a coro. Que venga por aquí que le vamos a arrancar los huevos de cuajo!!! La gente maldiciendo, esto ya es una pasada, más de 10 minutos de paro en cada estación. ¿A qué está esperando? ¿A que nos muramos asfixiados y liberemos los vagones? En otra estación, atestada de gente a lo largo y a lo ancho, se oye por megafonía “hagan el favor de distribuirse a lo largo del andén”. Pero qué largo, si ya no cabe ni una persona más, como no fuera a lo alto, unos encima de las cabezas de otros!!!
Así, llega uno de muy mala hostia al trabajo, deseando llegar con una katana y zas, zas, cortar unas cuantas cabezas, de los cabrones saboteadores del metro, que hacen huelgas encubiertas y de la tipeja esa que dice que no llega a fin de mes con diez mil euros…Además, el tráfico, las aglomeraciones, ay, qué suplicio, y yo sudando de la fiebre y de la mala leche…Por un momento, mi mente vaga hasta Torremolinos, donde la gente no se levanta antes de las 6 de la mañana (bueno, los barrenderos y algún conductor de autobús o taxista).Tampoco se ven allí manadas en los andenes del cercanías ni el horizonte lleno de humo, ni obras por todos lados…
Pero tampoco me puedo permitir el dejar vagar la mente mucho que los rateros hacen su agosto en las líneas de metro atestadas. Así que hay que tener el bolso placado como de rugby y no perderle el ojo ni un segundo. Qué asco de vida. ¿Cómo le explico yo a mi jefe que llego ya destrozada a trabajar casi dos horas después de haber salido de casa porque el autobús tardó 20 minutos en pasar, otros 20 en llegar al metro por el tráfico intenso y el metro me ha secuestrado casi una hora? Esto es tercermundista. Mejor me voy a preparar una oposición a funcionaria en provincias, y a poder ser en una provincia donde no irrumpan los jabalíes salvajes en la oficina o tengan inundaciones o me obliguen a aprender un quinto idioma. Así que, empiezo a comprender por qué mi primo ha huido a Málaga a trabajar en una sucursal bancaria. No, si el chico que parecía un poco tonto va a ser el gran listo de la familia!!! No sé si será por la fiebre, pero, buahhh, yo me quiero ir para Málaga también!!! O para Benidorm, o para Cádiz, donde sea que la gente no esté como una olla a presión como aquí en Madrid. Y por Dios, que no haga este frío o moriré de faringitis.
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