Rayas fantasmas y vestidos fugaces

Yo tengo algo en común con el niño del “Sexto Sentido”. Y es que él veía cosas que los demás no podían ver. A mí esto me ocurre con la segunda raya del test de embarazo, en concreto la semana pasada, cuando se me retrasó la regla algo ya respetable, fuera de toda norma. Me hice un pipitest el miércoles pasado, harta de esperar y esperar la regla y al principio no veía la raya, pero al rato cuando iba tirar el test a la basura, la vi ahí, como un fantasma. Como tenía que avisar al médico para empezar el ciclo de preparación del útero para la operación de revisión y limpieza (histeroscopia quirúrgica para mis colegas betadesesperadas), le comenté esto que me estaba pasando a la enfermera, añadiéndole que a media tarde había empezado con un spotting muy raro que no barruntaba nada bueno. No voy a contaros todo el detalle de idas y venidas al médico y test en sangre, pero al parecer el pipitest no estaba equivocado pero yo no estoy embarazada. ¿Cómo es eso posible? Varias explicaciones. La más probable según el médico es un intento de implantación breve, de uno o dos días y tardío, lo cual justifica un endometrio engrosado pero una beta en sangre cuasi cero, o sea negativa a efectos prácticos, y unido a una regla tipo catarata del Niágara, hace que la probabilidad de embarazo a dia de hoy sea cero. La otra justificación, promovida por mi madre, gran sufridora de estos problemas hormonales a los cuarentaypico, es que la única hormona que haya pillado el test de embarazo en orina sea la hormona de la menopausia o similar, tal como me ocurrió en el mes de julio, con el aparatoso incidente con los pinchazos del Procrin. Pero el otro día no estaba bajo los efectos de pinchazos, y mis hormonas en sangre están calmaditas, no estoy menopaúsica ni creo yo que no le de un día a mi hipófisis por levantarse “rebelde”. Otra explicación es que el test estuviera mal, pero dado que las betas dicen algo, aunque poquito, lo más probable es la explicación del médico, que por otra parte confirma su tesis de que mis óvulos fecundan pero están tan pochos o el útero tan mal que no llegan muy lejos, lo más a las tres semanas y caen fulminados. Hasta donde lleguen en su aventura marca el que den señales medibles por test en orina, en sangre o ,simplemente, pasen totalmente desapercibidos. Pero como los muertos que veía el pequeño Haley, los microabortitos están ahí y sólo las “betadesesperadas” podemos sentirlos, con ese “sexto sentido” que nos caracteriza, que es capaz de diferencias las nauseas producto de cantidades infinitesimales de hormona del embarazo, del malestar típico del síndrome premenstrual. A los ojos del resto de los mortales somos simples seres desquiciados y neuróticos, la más puro estilo de las películas de Woody Allen. Lo triste es que, para no agobiar a mi alrededor, no puedo contarles el calvario por el que he pasado durante una semana, y no me refiero al físico, sino al psicológico, pensando en que mi niño estaba ahí intentándose aferrar a la vida cual Jesús Calleja a la pared del Everest. Mi chico (Mr. O) ya ha cogido ese punto de amargor-ironía y me dice que ya no va a celebrar un embarazo mío más diga lo que digan los test y el médico, hasta que no vea al niño saliendo de entre mis piernas descolgándose por el cordón umbilical, todo lo demás para él nada más que falsas alarmas. Pobrecillo, lo pasa mal, sobre todo porque me ve tan alterada y que le cuento cosas incomprensibles para él, donde no caben los medio embarazos ni los medio abortos. Y menos mal que no le cuento todo ¡!!, y mucho menos que me había hecho algunas ilusiones ya con este tema… En fin, hay que volver a la realidad y al plan trazado desde octubre: Operación de útero, reposo con anticonceptivos y vuelta a empezar de nuevo todo el circo de este verano pasado. Me da una pereza inmensa a la vez que un miedo tremendo, porque este va a ser mi último intento de invitro con mis óvulos. Me da pavor que falle, y tener que enfrentarme al monstruo de la Ovodonación. Respecto a cómo va mi vida, esta semana, en los respiros de este alboroto hormonal, he estado haciendo más gestiones respecto al tema boda. Creo que he visitado más iglesias que en toda mi vida, y todo por el tema del rollo ese del cursito y la gestión del expediente matrimonial. Papeleo y más papeleo. Y no ha hecho más que empezar, ay qué de tiempo se pierde en estos rollos patateros!!!. ¿No podrían montar una capilla tipo Las Vegas en algún sitio donde sólo fueras con el DNI y ya te lo gestionaran todo y salieras con el libro de familia y los papeles arregladitos? Luego está el tema preparativos varios. He empezado a mirar el tema vestido de novia, teniendo en cuenta que ya sé que no estoy embarazada ahora y que lo más pronto que podré embarazarme es en febrero, eso me da un margen de error de 5kg más que los de ahora, aunque había pensado en adelgazar ahora en diciembre y enero para absorber los kilos de la invitro y de un posible embarazo. Pero bueno, ya puedo jugar con estar entre los 65 y 75 kg y no entre los 58 y 90, como me pasaba antes. Así, inocente de mí, me acerco a una cadena mayorista de vestidos de novia a buen precio, y cuando la chica me pregunta para cuándo lo necesito, casi me echa una bronca por ir con tan poco tiempo, la muy desgraciada!!!! Resulta que los vestidos de novia que tienen de muestra son tallas para anoréxicas y según la tía borde, yo soy “talla grande” porque soy muy alta y ancha. La madre que la parió! Me largué de ahí enseguida y le dije que estoy en la media española. Mido alrededor de 1’70 y peso 70kilos, con una talla 44 de arriba más o menos y una 42 de abajo, un tipo raro, ya lo sé pero tengo espaldas muy anchas y algo de barriguilla, pero nada destacable en conjunto. ¿Es esto ser una elefanta? ¿Es que sólo se casan en España sílfides tipo Kate Moss de hombros inexistentes? Así pues, he decidido que no voy a ir a cadenas de novias, me buscaré una modista y compraré la tela por ahí. Así me diseño yo misma el vestido y decido si quiero manga larga, manga corta, manga ranglán, farol o lo que me salga de los bajos, y no como ahora, que los muy cutres hacen todos los vestidos de novia sin mangas para ahorrar tela, aunque la pobre novia muera de frío en tirantitos a cuatro graditos en el mes de marzo. Dicen que la manga larga ya está demodé. Diseñadores sinvergüenzas. Parece que lo que sí está de moda es timar a los clientes. Pero la cosa no es sencilla, no, para nada. Me han pasado un par de contactos, pero la gente es que no trabaja a partir de las ocho de la tarde, sólo los informáticos de reparación del ADSL, los reponedores del hipermercado de enfrente de mi casa y el chico del bazar chino. Y creo que ninguno de estos tres ejemplos me va a confeccionar un vestido de novia, a menos que me case enrollada en una cortina de baño blanca del bazar oriental, claro. Y te sueltan las modistas y dependientas de las tiendas encima, que yo soy la única que tiene problemas para encontrar un hueco en mi agenda para estos menesteres, que todo el mundo se toma días libres en el trabajo o directamente, es que no trabajan en una empresa. Una pregunta: ¿Pero es que las mujeres jóvenes de ahora no curran de 8 am a 8 pm como servidora? Y si no curran, ¿de qué se supone que viven y cómo van a pagar el puñetero vestido? No se me había ocurrido que casarse sea sólo para ricas ociosas o chonis ninis. ¿Es que las consultoras informáticas medio pobres no se casan?

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